Te voy a enseñar todos los detalles de viajar en este tren que une las capitales europeas de Moldavia y Rumanía.
Moldavia es un país que estuvo bajo el control de la Unión Soviética y que mantiene una fuerte influencia rusa. Chisinau, la capital, está conectada con Bucarest con un tren que es muy peculiar. Este tren soviético llamado Prietenia, que significa «amistad» en rumano, es un tren que ha estado en funcionamiento desde la década de los 50. Estos países comparten muchas cosas y se llevan muy bien. De hecho se hablaba de que Moldavia podía integrarse a Rumanía, pero eso es otro tema.
Lo que era un símbolo de vanguardia y lujo ahora es una reliquia soviética como pocas en el mundo. Este tren opera desde Chisinau a Bucarest y hace parada en algunos pueblos rumanos. Sale a las 5 y 20 de la tarde de Chisinau, pasando por Ungheni, el pueblo fronterizo de Moldavia, alrededor de las 9 de la tarde donde se pasa el control de fronteras, para llegar a Bucarest alrededor de las 7 de la mañana del día siguiente.
Cómo comprar los billetes
Los billetes los puedes comprar por internet o también los puedes comprar en la estación. En internet solo puedes elegir entre ir en una habitación compartida con 4 ó 2 camas y en la estación además puedes pedir una habitación entera para ti solo. El tren no suele ir lleno así que en mi opinión la mejor opción es comprar el billete en la estación. En mi caso elegí quedarme en una habitación yo solo. Me ha costado 1000 MDL, que son unos 50 euros. La diferencia entre el más barato (600MDL) y esta no era mucha, así que preferí tener una habitación solo para mí.
Empezando el viaje
Al ver el tren en la estación te das cuenta de que tiene una apariencia antigua, pero al entrar en él sientes que has sido llevado al pasado hace unos 40 años; acabados, cortinas y diseños anticuados que te hacen pensar que estás en la Unión Soviética.
La habitación es lo suficientemente justa para dos personas y los asientos son sorprendentemente cómodos, son asientos largos en los que te puedes acostar a dormir y descansar.
A poco de moverse el tren revisan tu pasaporte, tu billete y te entregan un juego de sábanas para que puedas cubrir tu asiento y cobijarte un poco. Debajo de los asientos hay colchonetas que puedes poner encima pero yo no lo hice porque se veían muy usadas y no sé en que estado de higiene puedan estar esas colchonetas. Además el asiento de por sí ya es cómodo.
A pesar de que es un tren antiguo me sorprendió ver que tenía tomas eléctricas, pude cargar mi teléfono pero mi alegría llegó hasta allí porque no pude cargar algo de más potencia como mi portátil. Aún así, tener una toma eléctrica es algo de agradecer.
Los controles fronterizos y lo más curioso del viaje
Al llegar a la frontera, los agentes fronterizos entrarán al tren y pasarán por cada vagón buscando los pasaportes de los viajeros, puede que te hagan alguna pregunta pero por lo general el proceso es rápido. Se los llevan para registrar tu salida y luego te entregan tu pasaporte. Al cruzar la frontera en Rumanía los agentes fronterizos harán lo mismo que los moldavos, pero lo interesante del viaje lo verás en este momento porque deben cambiarle las ruedas al tren.
Como las vías de Rumanía son diferentes a las de Moldavia, que aún usa el antiguo sistema de la Unión Soviética, levantarán los vagones y cambiarán las ruedas moldavas por las rumanas.
Al finalizar el control fronterizo tendrás unas 8 horas de viaje por delante. El tren irá haciendo paradas a lo largo del viaje pero puedes dormir tranquilamente ya que la última parada es en la estación de trenes de Bucarest.
Más detalles del viaje
Los baños no son muy cómodos y no muy higiénicos, yo no los usé y tampoco recomendaría usarlos a menos de que sea absolutamente necesario.
Pude compartir con otros viajeros, algunos moldavos con experiencia en este viaje y otros como yo que estaban de turismo y aprovecharon para hacer un viaje único.
Ir de viaje en este tren es una experiencia como pocas en el mundo. La sensación de ir atrás en el tiempo es cautivadora ya que los detalles del tren te hacen sentirte como si estuvieras en los tiempos del comunismo puro y duro de aquella época soviética.
Al despertarme faltaban pocos minutos para llegar a Bucarest, la verdad es que dormir ahí no es lo mismo que dormir en una cama pero sin duda fue un buen descanso.
Haré pronto un vídeo explicando más detalles del viaje. Lo dejaré aquí en cuanto esté listo.